LA INSTITUCIÓN >> MISIÓN, VISIÓN Y VALORES
MISIÓN

El Instituto Superior Sagrada Familia es una unidad pedagógica cimentada en principios católicos cuyos ejes fundantes son Dios, la patria y la familia que ofrece al estudiante una formación académica integral, a partir de estrategias de enseñanzas creativas e innovadoras conforme al bien común y a su proyecto de vida.

VISIÓN

El Instituto Superior Sagrada Familia como una unidad pedagógica católica será un referente de excelencia en la formación académica integral con una visión cristiana y trascendente de la persona que contribuya al progreso de la comunidad.

VIRTUDES Y VALORES

A continuación, se hace una clasificación y diversificación entre «virtudes» y «valores». Además, hacemos una breve aclaración de los términos para fundamentar porqué los diversificamos y para poder comprender mejor el concepto y luego su aplicación en el orden institucional.

Comprendemos por «virtudes» a aquellos «hábitos operativos buenos que perfeccionan las potencias del alma, que son la inteligencia y la voluntad». Las virtudes suponen entonces la repetición de actos buenos que se transforman en hábitos para la persona que lo realiza. Por ello S. Tomas dice que las virtudes actúan como una «segunda naturaleza» es decir, que la persona actúa ya naturalmente buena y, por ende, virtuosa. el concepto de virtud fue el usado tanto en la antropología como en la psicología, ya que responde a una visión optimista de la persona, en cuanto que esta puede perfeccionarse, llegar a plenitud, por medio de las virtudes. De ahí que decimos que las virtudes llevan a la persona a su fin, que es la bondad del hombre. En otros términos, nos hacen buenos.

Por otro lado, el concepto de «valores» responde a un cambio en el concepto de virtud. Tiene su raíz -tal cambio – en el orden filosófico por un pensador racionalista. (no me parece importante aclarar este sentido histórico). Lo importante de entender acerca de los valores, es que son pensados en un orden más bien «subjetivos». El concepto contemporáneo del mismo deja de lado la objetividad de los valores, de modo que depende siempre del sujeto en particular. Ahora bien, dejado de lado la objetividad, se termina cayendo en el «relativismo». Por ende, los valores son vistos como relativos a una cultura, tiempo, lugar, circunstancias históricas, psicológicas etc. De modo que lleva a una dificultad en los valores ética objetiva de la misma. Ello puede traer confusión a la hora de realizar una valoración ética y moral de las personas sobre un valor determinado en ellos.

En base a la antedicha aclaración clasificamos y fundamentamos.

VIRTUDES

1) Verdad

Propiamente la verdad no es una virtud, sino que la verdad es un juicio de la inteligencia respecto a una realidad concreta. como bien lo define S. Tomas «es la adecuación de la inteligencia a la cosa» digo que algo es verdad cuando lo que juzgo o enuncio se adecua a aquella realidad que estoy juzgando. En cambio, SI es virtud la «VERACIDAD». En cuanto que la persona está habituada a ser veraz: tanto en sus palabras como en sus acciones. La veracidad refleja ante todo «transparencia» en la persona; la cual es una cualidad fundamental dentro de un instituto católico, ya que como miembros de ella se debe reflejar la transparencia y, por ende, veracidad en palabras y acciones.

2) Justicia

la Justicia es una virtud cardinal, o también denominada «humana». La justicia es definida como «el dar a cada uno lo que corresponde». La justicia mira tanto al «derecho» y al «deber». de hecho, el «derecho» (o IUS: IUSTITIA) es el objeto de la justicia, de modo que no se puede hablar de justicia sin contemplar el derecho. La justicia está dividida en 2 partes:

  1. A) Partes integrales: que son la justicia distributiva (relación del todo hacia las partes) y conmutativa (relación de las partes entre sí).
  2. B) Partes potenciales: que son distintas virtudes que se desprenden de la justicia, como ser: piedad, adoración, la patria, familia, etc.

Respecto a las partes potenciales, encontramos en la sociedad – y aún más en los jóvenes – una gran crisis de amor por la patria, la familia, la piedad. En una sociedad donde el sentido patrio cada vez está desapareciendo más por ideologías rodantes, es fundamental alimentar el sentido patrio de los jóvenes, el amor por quienes vieron e hicieron patria (sin olvidar mas lejos a una realidad cercana: Malvinas). Por otro lado, por ideologías de genero (entre otras) se busca destruir el sentido real y verdadero de familia; llamando familia a aquello que no es. Comprendiendo que la familia es unión entre un hombre y una mujer, porque asi Dios lo ha querido. Siendo esta cuna de la vida, puesto que solo entre ambos puede haber lugar a la procreación y educación de la prole. De allí la necesidad en estos tiempos difíciles de educar a los alumnos en la virtud de la piedad que tiene su aspecto también en la dimensión familiar, que muchas veces no es contemplado.

La justicia hace realmente justo a aquella persona que la posee, en todos los órdenes: una justicia consigo misma y con los demás. Es una virtud fundamental y sobre la cual se fundamentan otras virtudes. Los escolásticos decían que la prudencia y la justicia son las dos piernas que conducen el caminar del hombre.

3) Caridad

La caridad corresponde a las virtudes teologales, de modo que está en el orden sobrenatural. lo especifico de la virtud de la caridad es que tiene por objeto y fin a Dios, asi como también, el que infunde en el alma tal virtud es Dios mismo, de modo que la caridad en cuanto tal no puede tener en absoluto su origen en la fuerza humana. Ciertamente esta última colabora con la acción divina, pero no es causa primera de la caridad.

De este modo, la caridad no debe confundirse con “solidaridad”. Caridad viene del latín “caritas” que significa “amor” (véase “Deus caritas est” de Benedicto XVI para este tema si se quiere profundizar). Ahora bien, el amor de caridad como virtud tiene 2 dimensiones: una dimensión afectiva, es decir, se ama a alguien con un amor afectivo que brota del sentimiento humano; pero también, un amor efectivo que lleva a actuar con caridad, o bien, que la acción brote del amor. De este modo, decimos que es un acto que brota de la virtud de la caridad en cuanto que se hace efectivo ese amor. Ambas realidades para que sean plenas deben ir juntas.

Ciertamente, esta virtud junto con la fe y la esperanza deben ser el corazón de un instituto católico, porque como se ha dicho, tienen su origen y fin en Dios. Una escuela que encarne estas virtudes estará necesariamente en comunión plena con Dios, puesto que su pensar y acciones brotan de Dios.

Las siguientes virtudes no se encuentran en el listado que me han mandado, sino que es un agregado personal. Considero que no pueden no contemplarse en un instituto católico.

  1. Prudencia

Tomas siguiendo a Aristóteles, afirma que la prudencia esta en orden de la inteligencia y de la voluntad; de modo que mira al orden del obrar humano: qué se debe hacer y cómo; “es buscar el medio entre los extremos” dice Aristóteles. Por ello S. Tomas afirma que la prudencia es la virtud del gobernante, en otros términos, del que tiene la potestad de mandar. De ahí la importancia de la prudencia en una institución católica, puesto que se aplica a todos los miembros de la institución: directivos, docentes y administrativos. Puesto que todos deben contemplar el fin al cual se quiere llegar, contemplar los extremos en los cuales se vive, etc. Y a partir de ello, juzgar la realidad objetivamente. De modo que el juicio es anterior al actuar: un buen juicio lleva a un recto actuar. Por ello, la virtud de prudencia deja de lado todo “pre-juicio” y actuar “espontaneo” porque implica pensar y actuar conforme a lo pensado.

B) Fe
Si bien la fe es una virtud sobrenatural – o teologal – no humana, no por ello no podría entrar dentro de las virtudes que deben regir una institución católica. Ahora bien, la fe presupone el bautismo, es decir, que la persona bautizada viva su fe. De allí la importancia de que todos los miembros de la institución sean verdaderamente fieles, que fieles implica no solo fidelidad a alguien, sino y primero que todo, implica tener fe (fidele en latín, que proviene de fides).

La fe, entonces, como virtud teologal ordena la vida humana hacia Dios, puesto que su origen y fin esta en Dios. De modo que una persona que tenga fe, necesariamente tendrá en su horizonte a Dios: tanto en su pensar como actuar. Pero ello no puede comprenderse sin el bautismo. Por ello es fundamental que los miembros de la institución no solo tengan fe, sino que sean bautizados en la fe católica y después de ello, vivir la fe católica. Puesto que no se puede separar lo que se cree de lo que se vive, sino ello genera una división interna “se termina pensando como vivir porque no se vive de acuerdo a lo que se piensa.

De modo que la institución al ser católica cumpliría mejor su función si sus miembros caminan hacia el mismo horizonte: impregnada su vida de la fe católica. De lo contrario su nombre seria meramente nominal y perdería su esencia. Esto se aplica a cualquier institución sea del credo que sea: si sus miembros no creen lo que la institución cree entonces hay divisiones y ello necesariamente lleva al derrumbe de su esencia, aunque el edificio esté cada vez mejor. De ahí que nuestra mirada es mas profunda, no se puede mirar lo superficial, sino lo esencial.

C) esperanza

También es una virtud teologal que tiene su origen y fin en Dios. La esperanza en cuanto tal, mira a la esperanza de alcanzar el cielo, de llegar a Dios. No debe comprenderse la esperanza como un “esperar humano”: espero en ganar la lotería, en estar económicamente mejor, etc. Esos son esperanzas humanas. La esperanza teologal mira a Dios, a poseerlo.

Ahora bien, en una institución donde todo el día pasan muchos jóvenes, es donde se debe alimentar y recordar el verdadero sentido de esperanza. La crisis del siglo XXI es justamente la perdida de Dios, y, por ende, la perdida de la esperanza. El ateísmo que consume a los más jóvenes lleva a la infelicidad de tantos jóvenes que no encuentran el sentido a la vida. La fuente de ello, es justamente la perdida del sentido divino. De ahí que encarar la institución con mirada de esperanza, es sembrar una semilla de eternidad en los corazones muchas veces desamparados.

VALORES

Solidaridad
Entra dentro de la clasificación de valores porque tiene una dimensión mas bien subjetiva. Muchas veces es comprendida (incluso dentro de ciertos sectores de la moral católica) como sinónimo de caridad. Pero es un error comprenderlo asi, porque se termina abajando la caridad a una dimensión meramente humana. Ciertamente que la caridad tiene un aspecto humano (la ayuda al prójimo) pero no culmina ni es absolutamente eso. Pensemos, por ejemplo, en asociación ateas que hacen solidaridad: las mismas hacen acciones buenas, pero no son obra de caridad.

Fraternidad
Antes que una virtud es un valor destacable, puesto que mira a la relación de las personas entre sí: dimensión muchas veces olvidada por motivo de odio y divisiones. Fraternidad viene de frater: hermano en latín. Es mas bien aclarativo. Actualmente, hay una línea de pensamiento donde se pone en énfasis la fraternidad en este sentido: en el que somos todos hermanos, pero para que exista verdadera “fraternidad” se debe dejar de lado las creencias o principios que “nos dividen”. Claramente que en este sentido como institución católica no podemos tomar tal concepto, porque implica renunciar a nuestra fe y doctrina católica; dado que poseer una creencia frente a alguien que no cree per se implica que no comulgamos con la misma fe, y no por ello, debemos renunciar a nuestros principios católicos para fraternizarnos simpliciter con aquellos que no posean la misma fe.

Respeto/ atención
Es un valor que mira a reconocer la dignidad esencial de la otra persona, que por ser tal se le debe el respeto debido. La primera dignidad de la persona es la de que es hijo de Dios, dignidad de ser creada a imagen y semejanza divina. Sobre esta dignidad se elevan todas las demás dignidades que implican el respeto humano, fundado en el valor de la vida.

Servicio
Es un derivado de la caridad, que se aplica a diferentes órdenes. Los antiguos hablaban de “ufficio” (oficio) que implica un servicio de “santificación”. Es decir, que se miraba a que los servicios prestados eran una forma de santificarse.

Compromiso
Brota ante todo de la identidad que se tenga: es decir, nace de una relación que, en este caso, es la escuela y todos sus miembros. Si sus miembros se sienten identificados con la institución, claramente brota de modo natural el compromiso con la misma. Tampoco podríamos clasificarlo como un valor, porque en realidad brota de la relación. Pongo un ejemplo para esclarecer: entre los esposos hay un compromiso de amarse y respetarse, pero ese compromiso brota por la relación entre ambos, que se funda en el amor y unión. A ese compromiso no lo podemos llamar “virtud o valor” porque en realidad, es un efecto de la relación que existe entre ambos. Lo mismo se debe comprender en la dimensión institucional que estamos analizando.

Escucha
No puede clasificarse simpleciter como una virtud ni valor, porque en realidad es un aspecto que pertenece a la naturaleza humana. Por ejemplo, no puedo elegir escuchar o no escuchar, naturalmente, si el órgano funciona escucharé. Ahora bien, la escucha como capacidad de estar atento a otra persona, acompañarla, ayudarla es otra dimensión que brota de la caridad o solidaridad, pero no propiamente como un valor o virtud. Por eso digo “simpliciter” es decir, en simpleza o esencia, no puede ser. Quizás habría que buscar otro termino para aplicar a la dimensión institucional.
libertad y autonomía
no pueden entrar en la clasificación ni de valores ni de virtudes porque en realidad son aspectos del ser del hombre. La libertad es de orden ontológico, se tiene libertad, no se puede elegir tener o no. Ahora bien, la libertad es la “capacidad de autodeterminación del ser racional”, de modo que únicamente el hombre posee libertad porque la misma implica inteligencia y voluntad y, por ende, racionalidad. Existe un erróneo concepto de libertad que es mal llamada “elegir entre el bien o el mal”. Nada más erróneo que eso. La libertad nunca es elección del mal, porque nadie quiere el mal en si mismo, puesto que el mal no determina la voluntad humana al operar. Únicamente el Bien puede determinar la voluntad humana. De modo que la libertad es siempre elección del bien. Somos libres cuanto mas conocemos y amamos el bien y lo ponemos en obra. De ahí la importancia de la educación en la libertad frente al libertinaje moderno, donde pareciese que la elección del mal hace al hombre más autoderminante. La escuela como lugar de formación humana, no puede dejar de contemplar tal dimensión.

Empatía
Se encuentra dentro del orden de los valores en razón de su dimensión subjetiva. Podríamos entender a la empatía en relación con la caridad, en cuanto que lleva a sufrir, vivir con el otro, es decir, con el prójimo. Desde esa perspectiva podríamos entender su dimensión virtuosa. Pero en sí misma se comprende como un valor, que claramente perfecciona a la virtud de la caridad en cuanto que prolonga la vivencia del mismo.